lunes, 25 de mayo de 2009

sábado, 23 de mayo de 2009

La inversión en analfabetos

La inversión en analfabetos (*)

por Carlos del Frade
ANC-UTPBA

Los códigos genéticos del presente. El por qué detrás de las cifras. Los planes de inversión en las distintas provincias argentinas de los últimos quince años anticipaban y denuncian esos códigos genéticos del presente.

Santa Fe, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires destinaron grandes sumas de sus presupuestos en la construcción de cárceles.

A estos grandes estados provinciales hay que sumar la decisión del estado nacional. Una ecuación simple y letal: más cárceles, menos escuelas.

Más bestialidad institucionalizada, menos libertad.

Más encierro, menos educación.

Principios de la partida doble existencial impulsados por los planes políticos en los principales estados de la República Argentina.

No hay inversión neutral, ni tampoco desinversión neutral.

El dinero apostado a la represión tendrá un resultado.

El dinero invisible para la educación producirá conflictos docentes y pibas y pibes que no sepan leer ni escribir, sumar ni restar, como tampoco tendrán un sentido colectivo del cual enamorarse y que les devuelva algo cuando pronuncian o piensan en la palabra futuro.

El Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución Penal del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, acaba de informar que el analfabetismo "en los institutos de menores llega a casi el 70 por ciento".

Siete de cada diez pibes encerrados en los institutos de "rehabilitación" no completaron el nivel primario de educación.

Consecuencia de aquellas decisiones políticas de poner dinero para levantar ladrillos y barrotes, consecuencia de aquellos presupuestos ausentes en fomentar el bullicio de las aulas y la felicidad y la libertad de la educación.

No hay casualidades.

El presente es hijo directo de aquellos proyectos económicos y políticos de los últimos años.

Según María Isabel Ribet, titular de la Modalidad de Educación en Contextos de Encierro del Ministerio de Educación, "el 30 por ciento de los 14.203 presos que están en 200 cárceles argentinas son analfabetos, cifra que trepa al 70 por ciento en las regiones del NOA y NEA".

Más de la mitad de las 80 mil personas alojadas en cárceles, institutos de menores y centros de atención de adictos -el 70% de las cuales tiene entre 18 y 35 años- "llegó a la situación de encierro sin haber desarrollado un oficio o profesión".

-Es común que en algunas cárceles permitan a los condenados y no a los procesados concurrir a clase, y que limiten el beneficio a los que tienen buen comportamiento... Esa decisión es tremenda. La educación es un derecho universal contemplado por ley, más allá de las transgresiones o la condición procesal de las personas -sostuvo Ribet.

Encerrados y analfabetos, distintos sectores sociales crecen en la Argentina crepuscular del tercer milenio como consecuencia directa de decisiones políticas que privatizan el futuro para los que son menos y democratizan la angustia para los que son más (ANC-UTPBA).

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miércoles, 20 de mayo de 2009

Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada capítulo 7

Séptima prueba: La Cima de la Verdad

El símbolo de la ascensión a la montaña como lugar sagrado
Éste símbolo ha existido en todas las culturas. Lograr ese ascenso implica superar una dificultad y un esfuerzo.
Los místicos han vivenciado la subida como un proceso doloroso pero necesario para purgarse de los apegos que son la causa del sufrimiento.
La cima de la montaña simboliza la Verdad. Es el lugar más elevado donde la Fuente se revelará al Caballero y éste se unirá a Ella después de haber pasado por un proceso de purificación que le habrá ido liberando de las armaduras.

No podrá conocer lo desconocido si se aferra a lo conocido
El Caballero trata de alcanzar la cima de la montaña agarrándose con los dedos con los dedos ensangrentados a las afiladas rocas de la pared vertical.
Estando ya cerca de alcanzar la cima se encuentra con un enorme canto rodado que bloquea su camino y en el que ve la siguiente inscripción: "Aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido".
El significado de la inscripción hace mención a los obstáculos de su vida representados por el cuádruple aferramiento a lo conocido: cosas "conocidas", identidad, creencias y juicios, que son lo que le impide el acceso al Conocimiento.
La interpretación de la primera parte de la inscripción es que el Universo está dentro de él, por lo tanto lo posee. En otro plano de entendimiento podemos decir que, estando hecho el Universo con el Hálito de la Fuente, todo le pertenece a Ella y todo regresa a Ella. Por lo tanto, nada posee el Caballero.
La segunda parte de la inscripción significa que para conocer lo desconocido tendrá que desaferrarse de los condicionamientos, creencias y acciones erróneas.

Tendrá que confiar en la Fuente
El Yo verdadero le dice que tiene que confiar en "la vida, la fuerza, el universo, Dios, como quieras llamarlo".
Dios es aquello que no se puede nombrar, de nombrarlo no sería el verdadero Dios. Se le conoce por sus atributos, se le denomina el Originador del Universo, el Viviente, el Verdadero, entre otros nombres. No es alcanzable por medio de la razón, sino a través de la intuición del corazón.
El temor a desasirse de las rocas significa en el plano psicológico desprenderse de las resistencias psicológicas que le impiden profundizar en lo verdadero y soltar lo falso.
Entonces el Caballero se desprendió de las rocas y cayó al abismo, a las profundidades de sus recuerdos. Este descendimiento significa una regresión a las profundidades del inconsciente y aceptar lo que es.

Asumiendo responsablemente las acciones de su vida coronará la cima de la montaña.
En lugar de responsabilizarse de sus propias acciones y pensamientos, había proyectado en los demás sus problemas. Había culpado a sus padres, a sus profesores a su mujer y a su hijo y a sus amigos de todo cuanto de malo le había sucedido. Según caía al vacío se fue desprendiendo de todo aquello que había lanzado contra ellos. Entonces comprendió que no tenía que juzgar ni excusarse, al mismo tiempo que aceptaba su responsabilidad de sí mismo. Cuanto más descendía al océano de sus recuerdos, más descendía lo mental al nivel del corazón intuitivo.
Fue entonces, cuando experimentó una nueva sensación de poder y libertad y dejó de sentir miedo. "Le sobrevino una desconocida sensación del calma y algo muy extraño le sucedió: ¡empezó a caer hacia arriba!..." Significa que al descender el Caballero al abismo del falso yo y reconocerle, puede ascender a los cielos de su Yo verdadero, pues ya nada le ata en la morada de los infiernos.

Los sentidos y lo sentimientos se despertaron aún más en él
Al elevarse el corazón por encima de su mente, pudo contemplar la Naturaleza tal cómo era.
Antes de ponerse la armadura, el sistema sensorial estaba abierto para percibir y sentir la existencia, pero el temor a lo desconocido le había provisto de una actitud física y mental de entumecimiento de los sentidos.
Al revivificar los sentidos, se sintió arrebatado por una sobrecogedora sensación de bienestar y percibió un extraño mareo a causa del desbordamiento de la percepción de los sentidos, al ver, oír y sentir el Universo que le envolvía en todo un despliegue de belleza y majestad.
En esa experiencia de ensanchamiento del corazón se producirá la total redención del Caballero. Siente agradecimiento hacia los demás y promete no volver a ponerse la armadura y no volver a desempeñar el papel de caballero.
Su corazón rebosaba amor por sí mismo, por su esposa, por su hijo, por su maestro Merlín, por sus compañeros de viaje, Ardilla y Rebeca, por la vida y por todo el maravilloso mundo que la Fuente le había permitido conocer.
Se puso de rodillas y de sus ojos surgieron lágrimas de gratitud pues había conseguido el objetivo de su viaje: conocerse y amarse.
"Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por su barba y por su peto. Como provenían de su corazón, estaban extraordinariamente calientes, de manera que no tardaron en derretir lo que quedaba de su armadura".


Se transfigura en un ser luminoso
Se ha hecho luminoso, irradiando una luz que salía de su corazón, siendo más sutil y mucho más brillante y hermosa que la de su pulida armadura que provenía del brillo de sus máscaras que tanta admiración habían causado, pero que ocultaban la luz del corazón.
Esa luz que emana de él deslumbraba, destellaba y resplandecía más que el sol, el arroyo y la luna. El deslumbrar del sol es un símbolo de la luz de la Fuente y de la luz del Yo verdadero; el destello del agua simboliza la luz de la renovación espiritual; y el resplandor de la luna, al ánima.
Se había integrado con la Naturaleza porque sabía que estaba hecho de los mismos elementos (agua, tierra, fuego y aire). Además, participaba del destello del arroyo, del resplandor de la luna y del deslumbrante sol porque la luz del Caballero también tiene esas bellas cualidades de la Fuente. Conocía que todo en la Creación estaba hecho con el hálito amoroso de la Fuente.

Se une al principio que es amor
Por eso, ahora el Caballero era el arroyo, era la luna y era el sol, todo a la vez e incluso más, porque había reconocido que la Naturaleza estaba hecha del mismo hálito vivificador que él, y poseía la comprensión de los significados de las cosas.
Este es el estado de máxima aproximación y de unión en la Fuente, pues ya no es que posea el Universo, como sentía cuando se encontraba de pie en la cima de la montaña, sino que es uno con el Universo.
Al comienzo del viaje el Caballero buscaba un Sendero por el que transitar para alcanzar el conocimiento de sí mismo y amarse. Para ello había pasado por los estados de la noche oscura del temor y por la anchura del espíritu, pero la Fuente le sacó al final del viaje de ambos estados para que no fuera de ninguna otra cosa sino de Ella. El yo falso ha desparecido, el Yo verdadero se ha hecho presente y luminoso, el Caballero sólo contempla la inmensidad de la Luz.
Era amor, porque éste es el principio con que había sido creado, por desbordamiento de amor del Creador, quien le había permitido conocer los secretos del amor fluyendo continuamente de Él en toda su plenitud.
Comenzó la aventura al reconocer la ausencia del amor en él, y sintiéndose nostálgico y con un anhelo profundo por su recuerdo emprendió un viaje que ahora llegaba a su fin. El libro concluye con "el Principio", porque la primera manifestación de la Fuente fue el amor. El Caballero se había unido en amor a la Fuente y había cumplido el eterno retorno de sí mismo, la vuelta al Principio y Éste es Amor.


7 claves para meditar
1. ¿Cómo es tu ascensión a la montaña?
2. ¿A qué te aferras?, ¿Temes abandonarte?
3. ¿Qué te quita la libertad y te impide ser feliz?
4. ¿En qué tienes confianza?
5. ¿Asumes tu propia responsabilidad?
6. ¿Tienes capacidad para ver la Naturaleza con los ojos del corazón?
7. ¿Qué grado de unión tienes con la Fuente?
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Velasco Montes C., Enseñanzas Del Caballero de la Armadura Oxidada, 2003, Obelisco, Barcelona, ISBN: 9788477208594.

lunes, 18 de mayo de 2009

El caballero de la armadura oxidada capítulo 7

LA CIMA DE LA VERDAD

Centímetro a centímetro, palmo a palmo, el caballero escaló, con los dedos ensangrentados por tener que aferrarse a las afiladas rocas. Cuando ya casi había llegado a la cima, se encontró con un canto rodado que bloqueaba su camino. Como siempre, había una inscripción sobre él: aunque este Universo poseo, nada poseo, pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido.
El caballero se sentía demasiado exhausto para superar el último obstáculo. Parecía imposible descifrar la inscripción y estar colgado de la pared de la montaña al mismo tiempo, pero sabía que debía intentarlo.
Ardilla y Rebeca se sintieron tentadas de ayudarle, pero se contuvieron, pues sabían que a veces la ayuda puede debilitar a un ser humano.
El caballero inspiró profundamente, lo que le aclaró un poco la mente. Leyó la última parte de la inscripción en voz alta: “Pues no puedo conocer lo desconocido si me aferro a lo conocido”.
El caballero reflexionó sobre algunas de las cosas “conocidas” a las que se había aferrado durante toda su vida. Estaba su identidad - quién creía que era y que no era - Estaban sus creencias - aquello que él pensaba que era verdad y lo que consideraba falso - Y estaban sus juicios - las cosas que tenía por buenas y aquellas que consideraba malas.
El caballero observó la roca y un pensamiento terrible cruzó por su mente: también conocía la roca a la cual se aferraba para seguir con vida. ¿Quería decir la inscripción que debía soltarse y dejarse caer al abismo de lo desconocido?
- Lo has cogido caballero, - dijo Sam - Tienes que soltarte.
- ¿Qué intentas hacer, matarnos a los dos? Gritó el caballero.
- De hecho, ya estamos muriendo ahora mismo - dijo Sam - Mírate. Estás tan delgado que podrías deslizarte por debajo de una puerta, y estas lleno de estrés y miedo.
- No estoy tan asustado como antes - dijo el caballero.
- En ese caso, déjate ir y confía -. Dijo Sam
- ¿Qué confíe en quién? - replicó el caballero enfadado. Estaba harto de la filosofía de Sam
- No es un quién - respondió Sam - ¡No es un quién sino un qué!
- ¿Un qué? - preguntó el caballero.
- Sí - dijo Sam - La vida, la fuerza, el universo, Dios, como quieras llamarlo.
El caballero miró por encima de su hombro y vio el abismo aparentemente infinito que había debajo de él.
- Déjate ir - le susurró Sam con urgencia.
El caballero no parecía tener alternativa. Perdía fuerza en cada segundo que pasaba y la sangre brotaba de sus dedos allí donde se aferraban a la roca. Pensando que moriría, se dejó ir y se precipitó al abismo, a la profundidad infinita de sus recuerdos.
Recordó todas las cosas de su vida de las que había culpado a su madre, a su padre, a sus profesores, a su mujer, a su hijo, a sus amigos y a todos los demás. A medida que caía en el vacío, fue desprendiéndose de todos los juicios que había hecho contra ellos.
Fue cayendo cada vez más rápidamente, vertiginosamente, mientras su mente descendía hacia su corazón. Luego, por primera vez en su vida, contempló su vida con claridad, sin juzgar y sin excusarse. En ese instante, aceptó toda la responsabilidad por su vida, por la influencia que la gente tenía sobre ella, y por los acontecimientos que le habían dado forma.
A partir de ese momento, fuera de sí mismo, nunca más culparía a nada ni a nadie de todos los errores y desgracias. El reconocimiento de que él era la causa, no el efecto, le dio una nueva sensación de poder. Ya no tenía miedo.
Le sobrevino una desconocida sensación de calma y algo muy extraño le sucedió: ¡empezó a caer hacia arriba! ¡Sí, parecía imposible, pero caía hacia arriba, surgiendo del abismo! Al mismo tiempo, se seguía sintiendo conectado con lo más profundo de él, con el centro de la Tierra. Continuó cayendo hacia arriba, sabiendo que estaba unido al cielo y la Tierra.
Repentinamente, dejó de caer y se encontró de pie en la cima de la montaña y comprendió el significado de la inscripción de la roca. Había soltado todo aquello que había temido y todo aquello que había sabido y poseído. Su voluntad de abarcar lo desconocido le había liberado. Ahora el universo era suyo, para ser experimentado y disfrutado.

El caballero permaneció en la cima, respirando profundamente y le sobrevino una sobrecogedora sensación de bienestar. Se sintió mareado por el encantamiento de ver, oír y sentir el universo que le rodeaba. Antes, el temor a lo desconocido había entumecido sus sentidos, pero ahora podía experimentar todo con una claridad sorprendente. La calidez del sol del atardecer, la melodía de la suave brisa de la montaña y la belleza de las formas y los colores de la naturaleza que pintaban el paisaje, causaron un placer indescriptible al caballero. Su corazón rebosaba de amor: por sí mismo, por Julieta y Cristóbal, por Merlín, por Ardilla y por Rebeca, por la vida y por todo el maravilloso mundo.
Rebeca y Ardilla observaron al caballero ponerse de rodillas, con lágrimas de gratitud surgiendo de sus ojos.
“Casi muero por todas las lágrimas que no derramé”, pensó. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por su barba y por su peto. Como provenían de su corazón, estaban extraordinariamente calientes, de manera que no tardaron en derretir lo que quedaba de su armadura.
El caballero lloraba de alegría. No volvería a ponerse la armadura y cabalgar en todas direcciones nunca más. Nunca más vería la gente el brillante reflejo del acero, pensando que el sol estaba saliendo por el norte o poniéndose por el oeste.
Sonrió a través de sus lágrimas, ajeno a que una nueva y radiante luz irradiaba de él; una luz mucho más brillante y hermosa que la de su pulida armadura, una luz destellante como un arroyo, resplandeciente como la luna, deslumbrante como el sol.

PORQUE AHORA EL CABALLERO ERA EL ARROYO. ERA LA LUNA. ERA EL SOL. PODÍA SER TODAS LAS COSAS A LA VEZ, Y MÁS, PORQUE ERA UNO CON EL UNIVERSO.
ERA AMOR.

FIN
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Fisher, Robert, El Caballero de la Armadura Oxidada (12ª edición), 2002, Obelisco: Barcelona, ISBN 9788477209676

sábado, 16 de mayo de 2009

El olvidado Martín Luther King

El olvidado Martín Luther King

Mumía Abú-Jamal

El Reverendo Doctor Martín Luther King, Jr. está siendo otra vez resucitado en estos días del año, en parte porque se acerca su cumpleaños, pero también, naturalmente, por la imminente juramentación del Presidente electo Barack H. Obama -- el primer Negro en la historia de los Estados Unidos de ser así honrado.

Como casi siempre pasa, el Reverendo King que hoy es presentado se parece muy poco al hombre real, lleno de vida, que respiraba, crecía y que se encuentra detrás del nombre.

Como todo hombre, él tuvo sus altos y sus bajos, sus miedos y sus dudas, sus inspiraciones y sus revelaciones. Su discurso en Washington (conocido como, "Yo Sueño que un Día") no fue ni su mejor discurso, ni el más profundo, pero, como todos los predicadores Negros que son buenos oradores, él puso en ese discurso lo mejor de sí.

El Doctor King, como muchos líderes muy ocupados, tenía otros que le escribían algunos de sus discursos, y uno de ellos fue Vincent Harding, hoy teólogo e historiador. Harding contribuyó al extraordinario discurso que el Doctor King pronunció en la Iglesia Riverside, de la ciudad de Nueva York, pronunciado precisamente un año antes de su asesinato. En ese discurso el Doctor King denunció la Guerra de Viet-Nam, que marcó su ruptura con el presidente norteamericano, Lyndon B. Johnson, con las corporaciones de los medios de comunicación y con muchos de sus más cercanos aliados en la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur, (Southern Christian Leadership Conference , SCLC.)

El Pesidente Johnson se sintió traicionado por el Doctor King, y los medios de comunicación cambiaron de elogios a ridículo. En su libro, Martín Luther King: El Héroe Inoportuno (Martin Luther King: The Inconvenient Hero, New York, Orbis, 1996), Harding cita la página editorial del Washington Post que ataca a King, quien, "ha disminuído su utilidad a su causa, a su país y a su pueblo" debido a su discurso contra la Guerra de Viet-Nam, a la que los vietnamitas llamaban, "La Guerra Norteamericana".

Pero, las traiciones no lo detuvieron, ni lo desalentaron los malos editoriales. En verdad, la violencia de la guerra lo radicalizó profundamente, tanto así que el diría después, "lo perverso del capitalismo es tan real como son perversos el militarismo y el racismo." (Harding, 101).

Piense en esto: capitalismo, militarismo y racismo -- son perversos.

¿Cuándo es la última vez que Usted ha escuchado éso?

El Reverendo Doctor Martin Luther King, Jr. estaba siendo radicalizado por los agitados acontecimientos que pasaban alrededor suyo -- y, un año antes de su muerte, él estaba tanto contra la guerra como contra el capitalismo.

Pregúntese Usted, si el Dr. King estuviera vivo hoy, con sus opiniones, ¿podría ser elegido presidente?

Y si no, ¿porqué no?

¿Qué dice eso del sistema político de la nación?


Traducción libre del inglés enviado
por Fatirah, litestar@aol.com , hecha en
REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU
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miércoles, 13 de mayo de 2009

Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada capítulo 6

Sexta prueba: El Castillo de la Voluntad y la Osadía

¿Qué significa la victoria sobre el dragón?
Simboliza la muerte del yo falso y el renacimiento del Yo verdadero.
El simbolismo que Robert Fisher da al dragón coincide con el significado que se le ha dado siempre en Occidente. Representa al ego y a las fuerzas del mal. El héroe tiene que matar al dragón para rescatar a la damisela cautiva que simboliza al ánima. La diferencia aquí está en que al someter al dragón el Caballero rescata aspectos muy concretos del Yo verdadero como la voluntad, la osadía, el coraje y el conocimiento de sí mismo.
Vencerá a su dragón interior y lo someterá, pero no lo matará en el sentido de acabar para siempre con él. Integrará las dos fuerzas, la del bien - el Yo verdadero - y la del mal - el yo falso - para transcenderlas uniéndose a la Fuente.

Es un castillo de muy difícil acceso
El Caballero, Ardilla y Rebeca emprenden sin demora la andadura por el Sendero de la Verdad y se encuentran con el Castillo de la Voluntad y la Osadía que es el más alto de todos.
Los tres cruzan el puente levadizo. El puente representa la Voluntad de Poder de pasar al otro lado, es decir al campo de batalla. En la confrontación está la superación de sí mismo y el encuentro con su Yo verdadero.

Había tenido una preparación en las anteriores seis pruebas
Para poder confrontarse ahora con el dragón.
Del interior del castillo aparece un "enorme y amenazador dragón, cubierto de relucientes escamas verdes". Echaba grandes llamaradas de fuego por la boca, ante lo cual el Caballero, preso de espanto, se quedó paralizado. Significa en lo simbólico que desde el castillo interior del Caballero aparece el ego y se manifiesta como una bestia.
Aunque estaba habituado a ver muchos dragones, ninguno era como éste. Debió de causarle un gran temor al ver que no sólo echaba llamas por la boca, sino también por los ojos y los oídos.
Significa que la boca, los ojos y los oídos son tres aberturas de comunicación con el exterior, tres sentidos con los cuales el Caballero había tenido serios problemas.
El fuego es el gran agente de transformación. Quemará las cosas superfluas sin que el Caballero perezca en él.
El Caballero tiembla de miedo ante tan enorme bestia. No comprende por qué aparece este dragón si Merlín le dijo que no encontraría dragones en el Sendero de la Verdad. Pero el que se le aparece ahora no es como los que había matado hasta entonces.

Primera confrontación con el dragón
El Caballero dejó de temblar y con una voz lo más fuerte y potente que pudo, pidió ayuda a Merlín, que tampoco ahora apareció.
El dragón intenta amedrentar al Caballero, y éste trata de ganar tiempo preguntándole por la función que tiene en el Castillo de la Voluntad y la Osadía. La bestia dice llamarse Dragón del Miedo y la Duda, reconociendo el Caballero lo acertado del nombre, pues miedo y duda era lo que sentía su yo experimentador. La voluntad y la osadía, que son sus opuestos, es lo que tendrá que rescatar de dentro de sí mismo para vencer al miedo y la duda.
Ardilla le dice algo que escuchó de Merlín una vez: "que el conocimiento de uno mismo podía matar al Dragón del Miedo y de la Duda", pero el Caballero no lo cree, se bate en retirada y cruza el puente levadizo, dirigiéndose al campo de la cobardía.
El Yo verdadero se manifiesta cada vez con mayor fuerza en el Caballero dándole más templanza. Nuestro héroe recuerda que no necesitaba probar nada.
Segunda confrontación.
El Caballero miró a través del puente y vio al monstruo lanzando fuego sobre unos arbustos, para no perder práctica, pero descubre algo muy importante: que "el dragón solo existía si él creía que existía". El dragón y el yo falso son una ilusión, y cuanto más los alimente y les dé realidad, más poder ejercerán sobre él.
Con un grito de temor y angustia el Caballero vuelve a batirse en retirada chamuscado y dolorido hacia el puente levadizo, mientras el dragón sintiéndose con más poder se ríe de él, que había salido huyendo para remojar su trasero en un pequeño arroyo. Significa que el ímpetu del yo falso puede arremeter con tanta intensidad y locura con sus pasiones que puede quemar la voluntad y el cuerpo llegando a producir dolor. Por eso busca el agua fresca del arroyo, que es lo opuesto del fuego y que en un plano psicológico significa la purificación del fuego de las pasiones.

Tercera y última confrontación
El Caballero inspiró profundamente y volvió a cruzar el puente levadizo. Por primera vez se menciona en el libro una práctica respiratoria. Serán dos veces más las que se haga referencia a esa técnica y comienza justamente al principio de la tercera confrontación con el dragón, es decir, con su ego. A la tercera será la vencida.
El dragón seguía tratando de quemar al Caballero, pero por mucho que lo intentaba, no conseguía hacerle arder. Eso significa que el yo falso crece haciéndose muy destructivo, pero no llega a quemar totalmente con las pasiones del miedo y la duda cuando se ha restaurado la voluntad y la osadía.
Avanza con tanta determinación hacia el dragón que éste va haciéndose cada vez más pequeño. Las tornas cambian al ganar terreno y crecerse el Caballero, porque no siente miedo y por lo tanto, el dragón va disminuyendo de tamaño hasta llegar al de una rana. En lo simbólico encarna el momento en que el Caballero acepta que tiene el poder del conocimiento y lo utiliza. Es así como cambia de un estado a otro al vencer al yo falso y transformarse en el Yo verdadero, que se simboliza en su victoria frente al dragón.

Al no poder lanzar fuego, el dragón lanza las Semillas de la Duda que tampoco detienen al Caballero. Significa que el yo falso le pone una prueba y le cuestiona si ha extinguido realmente el miedo y la duda en él.
El Caballero exclamó victorioso en un grito de júbilo: "¡He vencido!"
Es la primera vez que el héroe se siente plenamente victorioso. Ha logrado superar la lucha contra el dragón y le ha dejado sin poder lanzar llamaradas y rugidos.
El dragón se queda casi sin habla pero le dice que regresará una y otra vez para cerrarle el camino de la verdad. El Caballero le reta con una potente voz diciéndole que cada vez que regrese será más fuerte que él, pues conoce mejor sus artimañas y sus debilidades y ha recuperado el Yo verdadero.
El Caballero alarga su brazo para abrir la puerta y, para su sorpresa, se encuentra con que el Castillo de la Voluntad y la Osadía habían desaparecido. Ya no tenía razón de existir, porque el Caballero había rescatado esas cualidades de su castillo interior, que ahora se manifiestan en toda su belleza y majestad.
"El Caballero echó la cabeza atrás, riendo de pura alegría" Es la primera vez que el Caballero ríe de ese modo y se encuentra en un estado de euforizante expansión. Con ese ánimo vio la cima de la montaña. "El sendero parecía aún más empinado que antes, pero no le importaba". Es así, porque le queda la última y definitiva prueba en la que la confrontación será aún mayor.

7 claves para meditar
1. ¿Cuál es uno de los nombres de tu dragón interior?
2. ¿Cómo te enfrentas con el dragón?
3. ¿Cómo es tu valentía y coraje de guerrero/a?
4. ¿Puedes hacer una lista de tus miedos?
5. ¿Pones a prueba el conocimiento de ti mismo?
6. ¿Dudas y te bates fácilmente en retirada?
7. ¿Das realidad a lo que es mera ilusión?
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Velasco Montes C., Enseñanzas Del Caballero de la Armadura Oxidada, 2003, Obelisco, Barcelona, ISBN: 9788477208594.

lunes, 11 de mayo de 2009

El caballero de la armadura oxidada capítulo 6

EL CASTILLO DE LA VOLUNTAD Y LA OSADÍA

Hacia el amanecer del día siguiente, el inverosímil trío llegó al último castillo. Era más alto que los otros y sus muros parecían más gruesos. Confiado de que atravesaría velozmente este castillo, el caballero cruzó el puente levadizo con los animales.
Cuando estaban a medio camino se abrió de golpe la puerta del castillo y un enorme y amenazador dragón, cubierto de relucientes escamas verdes, surgió de su interior, echando fuego por la boca. Espantado, el caballero se paró en seco.
Había visto muchos dragones, pero éste no se parecía a ninguno. Era enorme, y las llamas salían no sólo de su boca, como sucedía con cualquier dragón común y corriente, sino también de sus ojos y oídos. Y, por si eso fuera poco, las llamas eran azules, lo cual quería decir que este dragón tenía un alto contenido de butano.
El caballero buscó su espada, pero su mano no encontró nada. Comenzó a temblar. Con una voz débil e irreconocible, el caballero pidió ayuda a Merlín, más, para su desesperación, el mago no apareció.
- ¿Por qué no viene? - preguntó ansiosamente, al tiempo que esquivaba una llamarada azul del monstruo.
- No lo sé - replicó Ardilla - Normalmente se puede contar con él.
Rebeca, sentada sobre el hombre del caballero, ladeó la cabeza y escuchó con atención.
- Por lo que he podido captar, Merlín está en París, asistiendo a una conferencia sobre magos.
“No me puede abandonar ahora”, se dijo el caballero. “Me prometió que no habría dragones en el Sendero de la Verdad”
- Se refería a dragones comunes y corrientes - rugió el monstruo con una voz que hizo temblar los árboles y que por poco hizo caer a Rebeca del hombro del caballero.
La situación parecía seria. Un dragón que podía leer las mentes era definitivamente lo peor que se podía esperar pero, de alguna manera, el caballero logró dejar de temblar. Con la voz más fuerte y potente que pudo, gritó:
- ¡Fuera de mi camino, bombona de butano gigante!
La bestia bufó, lanzando fuego en todas direcciones.
- Caramba, ¡qué atrevido el gatito asustado!
El caballero, que no sabía que más hacer, intentó ganar tiempo.
- ¿Qué haces en el Castillo de la voluntad y la Osadía? - preguntó.
- ¿Hay algún sitio mejor donde yo pueda vivir? - Soy el Dragón del Miedo y la Duda.
El caballero reconoció que el nombre era muy acertado. Miedo y duda era exactamente lo que sentía.
El dragón volvió a vociferar:
- Estoy aquí para acabar con todos los listillos que piensan que pueden derrotar a cualquiera simplemente porque han pasado por el Castillo del Conocimiento.
Rebeca susurró al oído del caballero:
- Merlín dijo una vez que el conocimiento de uno mismo podía matar al Dragón del Miedo y la Duda.
- ¿Y tú lo crees? - susurró al caballero.
- Sí - afirmó Rebeca con firmeza.
- ¡Pues, entonces, encárgate tú de ese lanzallamas verde! - El caballero dio media vuelta y cruzó el puente levadizo corriendo, en retirada.
- ¡Jo, jo, jo! - rió el dragón, y con su último “jo” por poco quema los pantalones del caballero.
- ¿Os retiráis después de haber llegado tan lejos? - preguntó Ardilla, mientras el caballero se sacudía las chispas de la espalda.
- No lo sé - replicó él - He llegado a habituarme a ciertos lujos, como vivir.
San intervino.
- ¿Cómo te soportas si no tienes la voluntad y la osadía de poner a prueba el conocimiento que tienes de ti mismo?
- ¿Tú también crees que el conocimiento de uno mismo puede matar al Dragón del Miedo y la Duda? - preguntó el caballero.
- Por supuesto. El conocimiento de uno mismo es la verdad y ya sabes lo que dicen: “la verdad es más poderosa que la espada”.
- Ya sé que eso es lo que se dice, pero ¿hay alguien que lo haya probado y haya sobrevivido? - preguntó sutilmente el caballero.
Tan pronto como acabó de pronunciar estas palabras, el caballero recordó que no necesitaba probar nada. Era bueno, generoso y amoroso. Por lo tanto, no debía sentir ni miedo ni dudas. El dragón no era más que una ilusión.

El caballero dirigió la mirada a través del puente hacia donde se encontraba el monstruo lanzando fuego hacia unos arbustos, por lo visto para no perder la práctica. Con el pensamiento en la mente de que el dragón sólo existía si él creía que existía, el caballero inspiró profundamente y, con lentitud, volvió a atravesar el puente levadizo.
El dragón, por supuesto, fue a su encuentro, bufando y echando fuego. Esta vez, sin embargo, el caballero siguió adelante. Pero el coraje del caballero no tardó en comenzar a derretirse, al igual que su barba, con el calor de las llamaradas del dragón. Con un grito de temor y angustia, dio media vuelta y salió corriendo.
El dragón dejó escapar una poderosa carcajada y disparó un chorro de fuego contra el caballero en retirada. Con un aullido de dolor, el caballero atravesó el puente como una bala, con Rebeca y Ardilla tras él. Al divisar un pequeño arroyo, sumergió rápidamente su chamuscado trasero en el agua fresca, sofocando las llamas en el acto.
Ardilla y Rebeca intentaban consolarlo desde la orilla.
- Habéis sido muy valiente - dijo Ardilla.
- No está mal por tratarse del primer intento - añadió Rebeca.
Sorprendido, el caballero la miró desde donde estaba.
- ¿Cómo que el primer intento?
Ardilla le respondió con toda naturalidad:
- Tendréis más suerte la segunda vez
El caballero respondió enfadado:
- Tú irás la segunda vez.
- Recordad que el dragón es sólo una ilusión - dijo Rebeca.
- ¿Y el fuego que sale de su boca? ¿Eso también es una ilusión?
- En efecto - respondió Rebeca - el fuego también era una ilusión.
- Entonces, ¿cómo es que estoy sentado en este arroyo con el trasero quemado? - exigió el caballero.
- Porque vos mismo hicisteis que el fuego fuera real, le dais el poder de quemar vuestro trasero o cualquier otra cosa - dijo Ardilla.
- Tienes razón - corroboró Sam - Debes regresar y enfrentarte al dragón de una vez por todas.
El caballero se sintió acorralado. Eran tres contra uno. O, mejor dicho, dos y medio contra uno; la mitad Sam del caballero estaba de acuerdo con Ardilla y Rebeca, mientras que la otra mitad quería permanecer en el arroyo.
Mientras el caballero luchaba contra un coraje que flaqueaba, oyó a Sam decir:
- Dios le dio coraje al hombre. El hombre da coraje a Dios.
- Estoy harto de intentar comprender el significado de las cosas. Prefiero quedarme sentado en el arroyo y descansar.
- Mira - lo animó Sam - si te enfrentas al dragón, hay una posibilidad de que lo elimines, pero si no te enfrentas a él, es seguro que él te destruirá.
- Las decisiones son fáciles cuando sólo hay una alternativa - dijo el caballero. Se puso en pie de mala gana, inspiró profundamente y cruzó el puente levadizo una vez más.
El dragón le miró incrédulo. Era un tipo verdaderamente terco.
- ¿Otra vez? - bufó - Bueno, esta vez sí que te pienso quemar.
Pero esta vez el caballero que marchaba hacia el dragón era otro; uno que cantaba una y otra vez: “el miedo y la duda son ilusiones”.
El dragón lanzó gigantescas llamaradas contra el caballero una y otra vez pero, por más que lo intentaba, no lograba hacerlo arder.
A medida que el caballero se iba acercando, el dragón se iba haciendo cada vez más pequeño, hasta que alcanzó el tamaño de una rana. Una vez extinguida su llama, el dragón comenzó a lanzar semillas. Estas semillas - las Semillas de la Duda - tampoco lograron detener al caballero. El dragón se iba haciendo aún más pequeño a medida que continuaba avanzando con determinación.
- ¡He vencido! - exclamó el caballero victorioso.
El dragón apenas podía hablar.
- Quizás esta vez, pero regresaré una y otra vez para bloquear tu camino.
Dicho esto, desapareció con una explosión de humo azul.
- Regresa siempre que quieras - le gritó el caballero - Cada vez que lo hagas, yo seré más fuerte y tú más débil.
Rebeca voló y aterrizó en el hombro del caballero.
- Lo veis, yo tenía razón. El conocimiento de uno mismo puede matar al Dragón del Miedo y la Duda.

- Si realmente creías que era sí, ¿por qué no me acompañaste cuando me acerqué al dragón? - preguntó el caballero, que ya no se sentía inferior a su amiga emplumada.
Rebeca mulló sus plumas.
- No quería interferir. Era vuestro viaje.
Divertido, el caballero estiró el brazo para abrir la puerta del castillo, pero ¡el Castillo de la Voluntad y la Osadía habían desaparecido!
Sam le explicó:
- No tienes que aprender sobre la voluntad y la osadía porque acabas de demostrar que ya la posees.
El caballero echó la cabeza hacia atrás, riendo de pura alegría. Podía ver la cima de la montaña. El sendero parecía aún más empinado que antes, pero no importaba.
Sabía que ya nada le podía detener.
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Fisher, Robert, El Caballero de la Armadura Oxidada (12ª edición), 2002, Obelisco: Barcelona, ISBN 9788477209676

sábado, 9 de mayo de 2009

El castellano, mal llamado español

El castellano, mal llamado español

Alberto Buela

Como despedida del 2008 el diario el País de España en la edición argentina publica un artículo a doble página en el centro del diario firmado por Tereixa Constenla titulado "El español, un filón huérfano de prestigio" , en donde se vuelcan una sarta de mentiras a designio que sublevan al más calmo.

Este artículo confirma el título del último libro del pensador español Fernando Sánchez Dragó Si habla mal de España... es español que a su vez viene de un viejo verso de Joaquín Bartrina que decía así:

Oyendo hablar a un hombre, fácil es acertar dónde vio la luz del sol; si os alaba Inglaterra, será inglés, si os habla mal de Prusia, es un francés, y si habla mal de España, es español".

Hablando con amigos colombianos que en estos días nos visitan recordábamos que tanto en sus escuelas como en las nuestras nos enseñaban que la lengua que hablábamos era el castellano y que el término español designaba la nacionalidad de los nacidos en España.

Pero la fuerza de las cosas hace que hoy, Internet mediante, se hable de español para referirse a nuestra lengua y no al castellano.

Pero la estulticia, para decirlo elegantemente, de los que hablan de su lengua, que es también nuestra lengua, es que lo hacen de manera menguada, recogiendo los argumentos de nuestros históricos enemigos políticos: los angloparlantes.(1)

La primera de las razones falsas argumentada por la autora es que "el español es la cuarta lengua más hablada del mundo, detrás del chino, del inglés y del hindi". Esto, como salta a las claras es falso de toda falsedad, pues el castellano es hablado por 300 millones en América del Sur (incluidos los 12 millones que lo hablan en Brasil), 44 millones en Estados Unidos, 52 millones en América Central y Caribe, y 104 millones en México. En Africa lo hablan de 2 a 3 millones, 500 mil en Europa Oriental, 45 millones en España y alrededor de 2 millones más en el resto del mundo, lo que suma un total de 550 millones de hispano parlantes con lo cual se desmienten totalmente las cifras divulgadas por el artículo de marras.

El castellano, patrimonio común a españoles, americanos y a algunos africanos, es la primera de las lenguas habladas en el mundo, pues el inglés no llega a 500 millones y el chino no es un idioma sino 129 a la vez, de los que se detacan el mandarín, idioma oficial desde la revolución cultural de 1966, el wu, el cantonés o yué, el min, el jin, el xiang, etc.) cuyas diferencias entre sí son mayores de las que existen entre el castellano y el portugués. Pues si a sumar fuéramos nosotros contabilizaríamos juntos la bicoca de 788 millones. (Brasil: 190 millones; Mozambique: 21 millones; Angola: 16 millones; Portugal: 11 millones).

Además, esto que estamos afirmando no es ninguna novedad, porque buscando en Internet hay muchas páginas que muestran que el castellano es el segundo idioma hablado del mundo, pero estas páginas no hacen la distinción que hacemos nosotros entre las distintas lenguas que se hablan en China.

Bueno, y si así fuera vaya y pase, pero de ahí a afirmar que está en un cuarto lugar y tan lejos en millones de hablantes como sostiene el artículo de El País es una mentira ex profeso y una falta de respeto a los millones que lo hablan y no fueron tenidos en cuenta.

La segunda falsedad es que "el español es la lengua de 18 países". Solo en América somos 19 países, a saber: Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En Europa está España y en Africa Guinea Ecuatorial y lo que queda de la República Saharaui. De modo tal que no son 18 los países de lengua castellana sino 22. No es pequeño el error cuando se comete sobre cifras tan menudas y precisas, lo que denota mejor una intención para desviar y desvirtuar los datos objetivos y reales. Y así a renglón seguido afirma "la gallega" que "no tenemos datos confiables del español pero si del inglés". Lo que confirma que la que no es confiable es la autora y el diario que le publica con los datos que maneja y tergiversa.

Y para fundamentar su tesis de que "el español" padece de una capitis diminutio congénita trae la opinión de un compatriota suyo, Antonio Muñoz Molina, alguien que dirigió el Instituto Cervantes de Nueva York, quien afirma suelto de cuerpo: "soy escéptico sobre la futura relevancia social, cultural y política del español vemos sino la escasa calidad de la TVE Internacional nada que ver con la parrilla exterior de la BBC de Londres".

Otra falsedad más, la Televisión Española Internacional (cualquiera que tenga TV por cable lo puede apreciar) es de una calidad poco común y superior a la media de los canales internacionales alemanes, franceses, italianos o ingleses que, en general, gastan su tiempo en programas de entretenimientos y musicales.

El problema de los canales internacionales de noticias no es el mayor o menor apoyo tecnológico que, en general, es parejo para todos sino la producción de sentido de las noticias que se levantan y las que se dejan pasar sin más. Y en esta "producción de sentido" la Televisión Española Internacional adopta "el sentido" de las cadenas anglonorteamericanas. Y esto es lamentable, pues a ojos vista se ha producido una nefasta "americanización" de esta televisora. No es quejándose de "la escasa calidad" como se supera la calidad sino haciendo y produciendo calidad. Si el castellano no sirve como lengua mediática no es por el castellano en sí, sino por la incapacidad de sus usuarios. Y esto no lleva a la tercera de las falsedades del malhalado trabajo.

El artículo termina sosteniendo la vieja tesis de la Ilustración francesa utilizada por los enciclopedistas enemigos de España, que "el español no es una lengua científica". Son las mismas tesis que sostenían que en América los indios no son fuertes porque no tienen barba o los leones son menos peligrosos porque no tienen melena. Las tesis de de Paw y el conde de Boufon, las tesis de Hegel y de tanto ilustrado suelto de los siglos XVIII y XIX.

Estos carajos, otro epíteto no se me ocurre, no tienen ni siquiera en cuenta los esfuerzos ciclópeos de un Ramón Cajal, de un Alberto Gaviola, de un Cecilio del Valle, de un Rey Pastor, y de tantísimos científicos e investigadores de primer nivel mundial que han fijado nomenclaturas científicas de todo tipo y en todos los campos. Incluso en Internet, ¿ no se le ocurrió siquiera pensar a la autora quien dispuso que fuera la arroba (@), la cuarta parte de un quintal, el signo fundamental de los correos electrónicos?. Ni que decir que el castellano puede como todas las lenguas romances nominar y denominar perfectamente por sí toda la nomenclatura científica que por convención es griega y latina.

Cualquiera que haya estudiado seriamente griego y latín, nuestra larga experiencia avala lo que decimos, sabe que los que hablamos castellano tenemos una ventaja exponencial en el aprendizaje y manejo de estas lenguas respecto de los franceses, ingleses o alemanes. Tanto en la escritura pero sobre todo en la pronunciación que se torna en ellos casi ininteligible.

Por supuesto, que ni una palabra siquiera a la dimensión antiimperialista del castellano como lengua de pueblos oprimidos por el imperialismo anglo-norteamericano. Porque para "los gallegos" como el presidente Zapatero el imperialismo no existe, por ello se jacta de imponer el inglés como segunda lengua en todas las escuelas, mientras que un sindicalista pobretón como Lula, reemplazó al inglés por el castellano como enseñanza obligatoria en todas las escuelas primarias y secundarias del Brasil. Claro está, unos renuncian a la capitalidad de un mundo que habla su propia lengua en homenaje a la lengua de sus enemigos históricos y otro quiere asumir la capitalidad de una ecúmene, la iberoamericana, que habla casi la misma lengua suya. En unos hay y se denota un esfuerzo gigantesco por instalarse con un lugar en el mundo y en otros una desidia producto de la autodenigración que los lleva a un seguro suicidio.

Por último, ¿tienen derecho españoles como la autora y el diario El País a bastardear temas importantísimos como lo es la lengua oficial de 19 países, más allá de España?. No, no tienen ningún derecho porque es un tema delicado, valioso y que involucra los sentimientos de más de 500 millones de personas. Eso sí, tienen la obligación de tratar "seriamente" el tema de nuestra lengua común porque no se puede renunciar gratuitamente a una capitalidad que, aunque no la quiera ejercer, le corresponde, al menos, históricamente.

El músico que competía con Mozart, Salieri se queja a Cristo y arroja el crucifijo al fuego diciendo: Toma, esto es lo que te mereces, porque me diste la vocación pero no los talentos. Todo indica que España marcha al revés de Salieri, tiene los talentos y tantos y tan grandes que posee, pero parece ser que no tiene la vocación de tomar el toro por las astas y ocupar un lugar de liderazgo en un mundo al que pertenece raigalmente y que le pertenece desde el fondo de la historia y desde el corazón de nuestros pueblos.

Modificado, el viejo proverbio sería: Dios le da pan a quien no quiere usar los dientes.

Por si no lo saben tres mil criollos colombianos al mando de Blas de Leso derrotaron a la armada inglesa de veintitrés mil hombres al mando de Vermont en 1741 en Cartagena de Indias y criollos argentinos al mando de Santiago de Liniers derrotaron también a los ingleses en 1806 y 1807 en Buenos Aires.

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada capítulo 5

Quinta prueba: El Castillo del Conocimiento

El conocimiento silencioso
En el proceso de maduración el Caballero ya no irá en busca del poder, de la fama y el reconocimiento de los demás. Encontrará dentro de sí un poder incalculable al poner su coraje de guerrero en acción y dará un salto mortal al vacío sobrepasando el límite del pensamiento. Comenzará entonces a ver con los ojos del corazón algo más profundo que no tiene que ver con la imaginación sino con lo Real. Aprenderá a conocer de un modo directo e intuitivo sin necesidad de la palabra y alcanzará un conocimiento silencioso en el que la conciencia está expandida.

El Castillo del Conocimiento fue creado por la Fuente que es el origen de todo conocimiento.
El Caballero, Ardilla y Rebeca continuaron el viaje por el Sendero de la Verdad en dirección al Castillo del Conocimiento.
Se había hecho más consciente de la necesidad de cuidar su aspecto y con ello logra una sensación de mayor libertad. Como se había desprendido del yelmo, ahora podía comer por sí mismo sin necesidad de la ayuda de los animales, lo que significa que va recuperando su autonomía.
Sam, la voz del Yo verdadero, le dice que el diseñador del castillo fue el propio Universo, que es la fuente de todo conocimiento. Se le llama Universo, Fuente o Dios, porque de algún modo hay que nombrar lo innombrable.

El conocimiento es luz que dispersará las tinieblas e ilumina el camino
El Caballero entra en el castillo acompañado de Ardilla y Rebeca.
Se encuentran con una gran oscuridad que simboliza las tinieblas de la ignorancia, también la Sombra, es decir, lo desechado y olvidado de uno y, también simboliza la noche oscura del alma por la que tiene que pasar para purgarse de la ambición, dependencia, angustia, ignorancia y necesidad.
Se encuentran con varias inscripciones sobre la pared, una de ellas dice: "El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino". Significa que cuanta más sabiduría posea, más claridad tendrá en su vida.
Al comprender y aceptar éste enigma un rayo de luz se filtró en la habitación. Este rayo simboliza un insight, es decir, el momento de toma súbita de conciencia de la solución al problema que le plantea la inscripción. En ese instante es cuando se hace la luz del conocimiento en el castillo interior del Caballero.

Había necesitado a Julieta y a Cristóbal más de lo que les había amado porque no se amaba a sí mismo
El Caballero había confundido la necesidad con el amor. Se dio cuenta que había necesitado a Julieta más de lo que la había amado. La necesidad implica carencia y el amor implica plenitud.
La relación que establecía con los demás era de necesidad y no de amor.
Aquí hallamos la clave fundamental de las enseñanzas del libro: toda nuestra existencia gira en torno al amor. Se dice que por desbordamiento de amor la Fuente hizo la Creación. Todo está hecho con la fuerza del amor.
Reflexionando sobre todas estas cosas el Caballero admite lo ciego que ha estado y llora. A continuación pasa por su mente algo que le aterroriza:
Le había echado la culpa a Julieta de todos sus problemas, incluso de haberse quedado atrapado en su armadura.
El Caballero lloró aún más cuando al advertir que si no podía amarse a sí mismo no podría amar a los demás. La necesidad era una barrera que se interponía entre los demás y él. Al asumirlo, una hermosa y resplandeciente luz iluminó la gran sala del castillo, desplazando la oscuridad. Eso significa que, al vivir el Caballero su propia tragedia y darse cuenta de la realidad, se hace en él la luz del conocimiento, desapareciendo la ilusión y la ignorancia que le ensombrecían su existencia.

Desarrollará el Hombre Perfecto que habita en él
Ardilla mostró al Caballero un espejo muy especial que reflejaba cómo sea el Caballero en realidad, éste contempló su imagen ante el espejo y se sorprende al ver una persona encantadora y vital cuyos ojos brillan con amor y compasión. Ese era su Yo verdadero. Esa imagen que reflejaba inocencia y belleza es la del arquetipo del Hombre Perfecto, Hombre Universal o Niño Divino que en su inmanencia es pura inocencia, belleza y amor.
Ser hermoso, inocente y perfecto es su verdadero potencial que no ha podido desarrollar porque había puesto un bunker de armadura invisible entre él y sus verdaderos sentimientos durante tanto tiempo que se fue haciendo visible y permanente.
Al comprender esto, la hermosa luz brilló de nuevo, más intensamente que antes se iluminó toda la habitación revelando su secreto: la sala era gigantesca y la única del castillo. En lo simbólico significa que en el castillo interior del Caballero brilla la luz del conocimiento y que el verdadero Conocimiento es Verdad, y por lo tanto, no se puede compartimentar o dividir. Al buscador que ha alcanzado el Conocimiento se le llama el lumínico, por la luz espiritual de origen ultra terrenal que emana de su persona. Los ángeles, que son seres de luz, despliegan sus alas sobre aquel que busca conocimiento.

La ambición del corazón da la felicidad y la que proviene de la mente la quita
El castillo tiene un patio y en su centro un gran manzano que representa el Árbol del Conocimiento. Sus manzanas son rojas y brillantes que simbolizan la culminación del ser manzano entregando su fruto en todo su esplendor.
En una losa que hay junto al manzano el Caballero ve una inscripción que dice "por esta fruta no impongo condición, pero ahora aprenderéis acerca de la ambición".
Significa que el manzano entrega la fruta porque está en la semilla fructificar y llegar a ser lo que está decretado para él, no teniendo ambiciones de ser otra cosa sino la de ser manzano.
Merlín le dice al Caballero que nacemos hermosos, inocentes y perfectos y que esas cualidades siempre están en el corazón. Eso significa que el hombre nace en estado de perfección y, según va creciendo, se aleja del estado de inmanencia y, por lo tanto, de la Fuente. La ambición del corazón es la intención sincera para retomar las nobles cualidades.
En cambio la ambición que proviene de la mente sirve para conseguir cosas materiales e información, pero no da la felicidad.
Se prometió que a partir de ahora sus ambiciones provendrían del corazón. Mientras pronuncia esa promesa, el castillo y Merlín, que eran los poseedores del conocimiento, desaparecen puesto que el Caballero ha reconquistado el conocimiento de su castillo interior.

La armadura de brazos y piernas desaparece
El Caballero se arrodilló junto a un arroyo para beber agua y se da cuenta de que la armadura que le cubría brazos y piernas se había oxidado y caído. En el plano simbólico el agua significa conocimiento y purificación. El Caballero había pasado la prueba rescatando el conocimiento después de haberse purificado de la herrumbre de la ambición.
Al desarmarse los brazos y las piernas, el Caballero se podrá manejar mejor en el mundo. Las piernas y los pies le darán mayor sentido de realidad. A través de ellos fluirán mejor las emociones y las acciones provenientes del corazón.
Con las piernas desembarazadas del peso de la armadura y con el paso firme de un joven, parte hacia el Castillo de la Voluntad y la Osadía acompañado de Rebeca, que va volando sobre su cabeza, y de Ardilla que corretea junto a sus pies. En lo simbólico, el Caballero ha liberado sus brazos, que como alas tocan el cielo, y sus piernas caminan con más soltura y firmeza sobre la tierra. El conocimiento silencioso le ha permitido comprender su realidad entre el Cielo y la Tierra.

7 claves para meditar
1. ¿Diferencias entre conocimiento e información?
2. ¿Experiencias la existencia de la Fuente?
3. ¿Necesitas a los demás más que les amas?
4. ¿Te quieres lo suficiente?
5. ¿Sabes que estás hecho de las mejores cualidades?
6. ¿Estás desarrollando tu verdadero potencial?
7. ¿Diferencias entre la ambición del corazón y la ambición de la mente?
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Velasco Montes C., Enseñanzas Del Caballero de la Armadura Oxidada, 2003, Obelisco, Barcelona, ISBN: 9788477208594.

lunes, 4 de mayo de 2009

El caballero de la armadura oxidada capítulo 5

EL CASTILLO DEL CONOCIMIENTO

El caballero, Ardilla y Rebeca continuaron el viaje por el Sendero de la Verdad, en dirección al Castillo del Conocimiento. Se detuvieron tan sólo dos veces ese día, una para comer y otra para que el caballero afeitara su escuálida barba y cortara su largo cabello con el borde afilado del guantelete. Una vez hecho esto, el caballero tuvo mejor aspecto y se sintió mucho mejor, más libre que antes. Sin el yelmo podía comer nueces sin la ayuda de Ardilla. Aunque había apreciado la técnica salvavidas, no consideraba que aquello fuera un modo de vida realmente elegante. Se podía alimentar también de frutas y raíces a las que se había acostumbrado. Nunca más comería paloma ni ninguna otra ave o carne, pues se daba cuenta que hacerlo sería, literalmente, como comerse a sus amigos.
Justo antes de caer la noche, el trío continuó caminando penosamente por un monte y contempló el Castillo del Conocimiento en la distancia. Era más grande que el Castillo del Silencio, y la puerta era de oro sólido. Era el castillo más grande que el caballero hubiera visto jamás, incluso más grande que el que el caballero se había construido. El caballero contempló la impresionante estructura y se preguntó quién lo habría diseñado.
En ese preciso momento, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Sam
- El Castillo del Conocimiento fue diseñado por el propio universo: la fuente de todo conocimiento.
El caballero se sintió sorprendido y a la vez complacido de volver a oír la voz de Sam
- Me alegro que hayas vuelto - dijo
- En realidad, nunca me fui - replicó Sam - recuerda que yo soy tú.
- Por favor, no quiero volver a oír eso. ¿Qué te parezco ahora que me he afeitado y me he cortado el pelo?
- Es la primera vez que sacas provecho de ser esquilado - replicó Sam
El caballero rió con la broma de Sam Le gustaba su sentido del humor. Si el Castillo del Conocimiento se asemejaba al Castillo del Silencio, estaría feliz de tener a Sam por compañía.
El caballero, Rebeca y Ardilla cruzaron el puente levadizo por encima del foso y se detuvieron ante la dorada puerta. El caballero cogió la llave que colgaba de su cuello e hizo girar la cerradura. Al abrir la puerta, les preguntó a Rebeca y a Ardilla si se irían como lo habían hecho en el Castillo del Silencio.
- No - replicó Ardilla - El silencio es para uno; el conocimiento es para todos.
El caballero se preguntó cómo era posible que se considerara a una paloma un blanco fácil.
Los tres atravesaron la puerta y penetraron en una oscuridad tan densa que el caballero no podía ver ni su propia mano. El caballero buscó a tientas las acostumbradas antorchas que suelen estar en la entrada de los castillos, pero no había ninguna. ¿Un castillo con puerta de oro y sin antorchas?
- Incluso los castillos de la zona barata tienen antorchas - refunfuñó el caballero al tiempo que Ardilla lo llamaba.
El caballero tanteó el camino hasta donde se encontraba ella y vio que estaba señalando una inscripción que brillaba en la pared. Ponía: El conocimiento es la luz que iluminará vuestro camino.
“Prefería una antorcha”, pensó el caballero, “quien quiera que sea el que gestiona este castillo, está decidido a reducir las facturas de la luz
Sam habló:
- Significa que cuantas más cosas sepas, más luz habrá en el interior del castillo.
-¡Apuesto a que tienes razón, Sam! - exclamó el caballero. Y un rayo de luz se filtró en la habitación.
En ese preciso momento, Ardilla volvió a llamar al caballero para que se reuniera con ella. Había encontrado otra brillante inscripción grabada en la pared:
¿Habéis confundido la necesidad con el amor?
Todavía perturbado, el caballero masculló:
- Supongo que tengo que encontrar la respuesta para conseguir un poco más de luz.
- Lo estas cogiendo rápidamente - replicó Sam, a lo que el caballero respondió bufando:
- No tengo tiempo para jugar a Preguntas y Respuestas. ¡Quiero encontrar mi camino por el castillo para poder llegar pronto a la cima de la montaña!
- Tal vez lo que tengáis que aprender aquí sea que tenéis todo el tiempo del mundo - sugirió Rebeca.
El caballero no estaba de un ánimo muy receptivo y no tenía ganas de oír su filosofía. Por un momento consideró la posibilidad de internarse en la oscuridad del castillo e intentar atravesarlo. La negrura, sin embargo, era bastante intimidatoria y, sin su espada, se sentía temeroso. Le pareció que la única alternativa que le quedaba era intentar descifrar el significado de la inscripción. Suspiró y se sentó ante ella. La leyó otra vez;” ¿Habéis confundido la necesidad con el amor?”
El caballero sabía que amaba a Julieta y a Cristóbal, aunque tenía que admitir que había amado más a Julieta antes de que le diera por ponerse bajo los toneles de vino y vaciar su contenido en su boca.
San dijo:
- Sí, amabais a Julieta y a Cristóbal, pero, ¿no los necesitabais también?
- Supongo que sí - admitió el caballero.
Había necesitado toda la belleza que Julieta le añadía a su vida con su inteligencia y su encantadora poesía. También había necesitado las cosas agradables que ella solía hacer, como invitar amigos para que lo animaran, después de que se quedara atrapado en su armadura.
Se acordó de las épocas en las que el asunto de la caballería había estado bajo mínimos y no se podían permitir comprar ropa nueva o contratar sirvientes. Julieta había confeccionado hermosos vestidos para la familia y había preparado deliciosos platos para el caballero y sus amigos. El caballero reconoció que Julieta había mantenido siempre el castillo muy limpio. Y él le había dado muchos castillos para limpiar. A menudo habían tenido que mudarse a un castillo más barato cuando él había regresado de las cruzadas sin un chavo. Había dejado que Julieta hiciera casi todas las mudanzas ella sola, pues él solía estar siempre en algún torneo. Recordó su aspecto agotado mientras llevaba sus pertenencias de un castillo a otro, y cómo se había puesto cuando se vio imposibilitada de tocarlo a causa de la armadura.
- ¿No fue entonces cuando Julieta comenzó a ponerse bajo los toneles de vino? - preguntó Sam suavemente.
El caballero asintió, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Después, se le ocurrió algo espantoso: no había querido culparse de las cosas que hacía. Había preferido culpar a Julieta por todo el vino que bebía. De hecho, le venía bien que ella bebiera, así podía decir que todo era por su culpa, incluyendo el hecho de que él estuviera atrapado en la armadura.
A medida que el caballero se iba dando cuenta de lo injusto que había sido con Julieta, las lágrimas iban cayendo por sus mejillas. Si, la había necesitado más de lo que la había amado. Deseó haberla necesitado menos y amado más, pero no había sabido cómo hacerlo.
Mientras continuaba llorando, le vino a la cabeza que también había necesitado a Cristóbal más de lo que le había amado. Un caballero necesitaba un hijo para que partiera a las batallas y luchara en nombre de su padre cuando éste se hiciera mayor. Esto no quería decir que el caballero no amara a Cristóbal, pues amaba la belleza de su hijo. También disfrutaba oyéndole decir: “¡Te quiero papá!, pero, así como había amado estas cosas de Cristóbal, también respondían a una necesidad suya.
Un pensamiento le vino a la mente como un relámpago: ¡Había necesitado el amor de Julieta y Cristóbal porque no se amaba a sí mismo! De hecho, había necesitado el amor de todas las damiselas que había rescatado y de toda la gente por la que había luchado en las cruzadas porque no se amaba a sí mismo.
El caballero lloró aún más al darse cuenta de que si no se amaba, no podía amar realmente a otros. Su necesidad de ellos se interpondría.
Al admitir esto, una hermosa y resplandeciente luz brilló a su alrededor, ahí donde antes había habido oscuridad. Una mano se posó suavemente sobre su hombro. Miró a través de sus lágrimas y vio a Merlín que le sonreía.
- Habéis descubierto una gran verdad - le dijo el mago al caballero - Sólo podéis amar a otros en la medida en que os amáis a vos mismo.
- ¿Y cómo hago para empezar a amarme? - preguntó el caballero.
- Ya habéis empezado, al saber lo que ahora sabéis - dijo Merlín.
- Sé que soy un tonto - sollozó el caballero.
- No, conocéis la verdad, y la verdad es amor.
Esto consoló al caballero, que dejó de llorar. A medida que sus lágrimas se fueron secando, fue notando la luz que había a su alrededor. Era distinta de cualquier luz que hubiera visto antes.
Parecía no venir de ningún lugar, y de todos los lugares a la vez.
Merlín hizo eco del pensamiento del caballero:
- No ha nada más hermoso que la luz del conocimiento.
El caballero miró la luz que le rodeaba y luego hacia la lejana oscuridad.
- Para vos no hay oscuridad en este castillo, ¿no es verdad?.
- No - replicó Merlín - Ya no.
Animado, el caballero se puso de pie, listo para continuar. Le agradeció a Merlín por haber aparecido incluso sin haber sido llamado.
- Está bien - dijo el mago - Uno no siempre sabe cuándo pedir ayuda.
Y, dicho esto, desapareció.
Cuando el caballero se dispuso a continuar, Rebeca apareció volando desde la oscuridad.

¡Escuchad! - dijo toda emocionada -¡Esperad a ver lo que voy a mostraros!
El caballero nunca había visto a Rebeca tan excitada. Normalmente, era más bien tranquila, pero ahora no dejaba de dar saltos sobre su hombro, sin poder contenerse mientras guiaba al caballero y a Ardilla hacia un gran espejo.
- ¡Es eso! ¡Es eso! - gorjeó en voz alta, los ojos brillando de entusiasmo.
El caballero tuvo una decepción.
- Es sólo un viejo espejo - dijo impaciente - Vamos, pongámonos en marcha.
- No es un espejo corriente - insistió rebeca - No refleja tu aspecto. Refleja cómo eres de verdad.
El caballero estaba intrigado, pero no entusiasmado. Nunca le habían importado mucho los espejos porque nunca se había considerado muy guapo. Pero Rebeca insistió, así que, de mala gana, se colocó ante el espejo y contempló su reflejo. Para su gran sorpresa, en lugar de un hombre alto con ojos tristes y nariz grande, con una armadura hasta el cuello, vio a una persona encantadora y vital, cuyos ojos brillaban con amor y compasión.
- ¿Quién es? - preguntó
Ardilla respondió:
- Sois vos.
- Este espejo es un fantasma - dijo el caballero - Yo no soy así.
- Estáis viendo a vuestro yo verdadero - explicó Sam - el yo que vive bajo esa armadura.
- Pero - protestó el caballero, contemplándose con atención en el espejo - ese hombre es un espécimen perfecto. Y su rostro está lleno de inocencia y de belleza.
- Ése es su potencial - le respondió Sam - ser hermoso, inocente y perfecto.
- Si ése es mi potencial - dijo el caballero - algo terrible sucedió en el camino.
- Sí - replicó Sam - pusiste una armadura invisible entre tú y tus verdaderos sentimientos. Ha estado ahí durante tanto tiempo que se ha hecho visible y permanente.
- Quizá sí escondí mis sentimientos - dijo el caballero - Pero no podía decir simplemente todo lo que se me pasaba por la cabeza y hacer todo lo que me apetecía. Nadie me hubiera querido. - El caballero se detuvo al pronunciar estas palabras, pues se dio cuenta que se había pasado la vida intentando agradar a la gente. Pensó en todas las cruzadas en las que había luchado, los dragones que había matado, y en las damiselas en apuros que había rescatado: todo para demostrar que era bueno, generoso y amoroso. En realidad, no tenía que demostrar nada. Era bueno, generoso y amoroso.
- ¡Jabalinas saltarinas! - exclamó - ¡He desperdiciado toda mi vida!
- NO - dijo Sam, rápidamente - No la has desperdiciado. Necesitabas tiempo para aprender todo lo que has aprendido.
- Todavía tengo ganas de llorar - dijo el caballero.
- Pues, eso sí sería un desperdicio - dijo Sam Acto seguido, entonó esta canción.
“Las lágrimas de autocompasión no te pueden ayudar. No son del tipo que a tu armadura puedan eliminar”
El caballero no estaba de humor para apreciar ni la canción ni el humor de Sam
- Deja ya esas pesadas rimas, o te echaré fuera - chilló.
- No me puedes echar - rió Sam - Yo soy tú. ¿No lo recuerdas?
En ese momento, el caballero se hubiera pegado un tiro gustoso con tal de librarse de Sam, más, por fortuna, aún no habían inventado las armas de fuego. Aparentemente, no había manera de librarse de Sam
El caballero se miró al espejo otra vez. La amabilidad, la compasión, el amor, la inteligencia y la generosidad le devolvieron la mirada. Se dio cuenta de que todo lo que tenía que hacer para tener todas esas cualidades era reclamarlas, pues siempre habían estado ahí.
Ante este pensamiento, la hermosa luz brilló una vez más, con más fuerza que antes. Iluminó toda la habitación revelando, para sorpresa del caballero, que el castillo tenía tan sólo una gigantesca habitación.
- Es la construcción estándar para un Castillo del Conocimiento - dijo Sam
- El verdadero Conocimiento no se divide en compartimientos porque todo procede de una única verdad.
El caballero asintió. Estaba listo para partir justo cuando Ardilla se acercó corriendo.
- Este castillo tiene un patio con un gran manzano en el centro.
- Oh, llévame a él - pidió el caballero ansioso, pues empezaba a tener hambre.
El caballero y Rebeca siguieron a Ardilla hasta el patio. Las robustas ramas del árbol se torcían por el peso de las manzanas más brillantes y rojas que el caballero hubiera visto jamás.
- ¿Te gustan las manzanas? - preguntó Sam
El caballero se encontró riendo. Luego notó una inscripción grabada en una losa junto al árbol:
Por esta fruta impongo condición, pero ahora aprenderéis acerca de la ambición.
El caballero reflexionó sobre esto pero, con franqueza, no tenía ni idea de lo que significaba. Finalmente, decidió olvidarlo.
- Si lo haces, no saldremos de aquí - dijo Sam
El caballero gruñó.
- Estas inscripciones son cada vez más difíciles de entender.
- Nadie dijo que el Castillo del Conocimiento fuera fácil - dijo Sam con firmeza.
El caballero suspiró, cogió una manzana y se sentó bajo el árbol con Rebeca y Ardilla.
- ¿Vosotras lo entendéis? - les preguntó.
Ardilla negó con la cabeza.
El caballero miró a Rebeca, que también negó con la cabeza.
- Pero lo que sí se - dijo pensativa - es que no tengo ninguna ambición.
- Ni yo - intervino Ardilla - y apuesto a que este árbol tampoco tiene ninguna.
- Tiene razón - dijo Rebeca - Este árbol es como nosotras. No tiene ambiciones. Quizá vos no necesitéis ninguna.
- Esto está bien para los animales y los árboles - dijo el caballero - Pero ¿qué sería una persona si no tiene ambición?
- Feliz - dijo Sam
- No, no lo creo.
- Todos estáis en lo cierto - dijo una voz familiar.
El caballero se volvió y vio a Merlín de pie, detrás de él y los animales. El mago vestía su larga túnica blanca y llevaba un laúd.
- Estaba a punto de llamaros, Merlín - dijo el caballero.
- Lo sé - replicó el mago - Todo el mundo necesita ayuda para entender a un árbol. Los árboles son felices simplemente siendo árboles, al igual que Rebeca y Ardilla son felices siendo simplemente lo que son.
- Pero los humanos somos distintos - protestó el caballero - tenemos mentes.
- Nosotros también tenemos mentes - declaró Ardilla, un tanto ofendida.
- Lo siento. Es sólo que los seres humanos tenemos mentes más complicadas que hacen que deseemos ser mejores - explicó el caballero.
- ¿Mejores que qué? - preguntó Merlín, tañendo ociosamente unas notas en su laúd.
- Mejores de lo que somos - respondió el caballero.
- Nacéis hermosos, inocentes y perfectos. ¿Qué podría ser mejor que eso? - demandó Merlín.
- No, quiero decir que queremos ser mejores de lo que pensamos que somos, y mejores que los demás... ya sabéis, como yo, que siempre he querido ser el mejor caballero del reino.
- Ah, sí - admitió Merlín - la ambición de vuestra complicada mente os llevó a intentar demostrar que erais mejor que otros caballeros.
- ¿Y qué hay de malo en ello? - preguntó el caballero a la defensiva.
- ¿Cómo podríais ser mejor que otros caballeros si todos nacisteis tan inocentes y perfectos como erais?
- Al menos era feliz intentándolo - replicó el caballero.
- ¿Lo erais? ¿O es que estabais tan ocupado intentando serlo que no podíais disfrutar del simple hecho de ser?
- Me estáis confundiendo - musitó el caballero - Sé que las personas necesitan tener ambición. Desean ser listas y tener bonitos castillos y poder cambiar el caballo del año pasado por uno nuevo. Quieren progresar.
- Ahora estáis hablando del deseo del hombre de enriquecerse; pero si una persona es generosa, amorosa, compasiva, inteligente y altruista, ¿cómo podría ser más rica?
- Esas riquezas no sirven para comprar castillos y caballos - dijo el caballero.
- Es verdad - Merlín esbozó una sonrisa - hay más de un tipo de riquezas, así como hay más de un tipo de ambición.
- A mi me parece que la ambición es la ambición. O deseas progresar o no lo deseas.
- Es más complicado todo eso - respondió el mago - La ambición que proviene de la mente te puede servir para conseguir bonitos castillos y buenos caballos. Sin embargo, sólo la ambición que proviene del corazón puede darte, además, la felicidad.
- ¿Qué es la ambición del corazón? - le cuestionó el caballero.
- La ambición del corazón es pura. No compite con nadie y no hace daño a nadie. De hecho, le sirve a uno de tal manera que sirve a otros al mismo tiempo.
- ¿Cómo? - preguntó el caballero, esforzándose por comprender.
- Es aquí donde podemos aprender del manzano. Se ha convertido en un árbol hermoso y maduro, que da generosamente sus frutos a todos. Cuantas más manzanas coge más gente - dijo Merlín - más crece el árbol y más hermoso deviene. Este árbol hace exactamente lo que un manzano debe hacer: desarrollar su potencial para beneficio de todos. Lo mismo sucede con las personas que tienen ambiciones del corazón.
- Pero - objetó el caballero - si me pasara el día regalando manzanas, no podría tener un elegante castillo y no podría cambiar el caballo del año pasado por uno nuevo.
- Vos, como la mayoría de la gente, queréis poseer muchas cosas bonitas, pero es necesario separar la necesidad de la codicia.
- Decidle eso a una esposa que quiere un castillo en un mejor barrio - replicó mordaz el caballero.
Una expresión divertida se dibujó en el rostro de Merlín.
- Podríais vender algunas de vuestras manzanas para pagar el castillo y el caballo. Después podríais dar las manzanas que no necesitarais para que los demás se alimentasen.
- Este mundo es más fácil para los árboles que para las personas - dijo el caballero filosóficamente.
- Es una cuestión de percepción - dijo Merlín - Recibís la misma energía vital que el árbol. Utilizáis la misma agua, el mismo aire y la misma nutrición de la tierra. Os aseguro que si aprendéis del árbol podréis dar frutos y no tardaréis en tener todos los caballos y castillos que deseáis.
- ¿Queréis decir que podría conseguir todo lo que necesito simplemente quedándome quieto en mi propio jardín? - preguntó el caballero.
Merlín rió.
- A los seres humanos se les dio dos pies para que no tuvieran que permanecer en un mismo lugar, pero si se quedaran quietos más a menudo para poder aceptar y apreciar, en lugar de ir de aquí para allá intentando apoderarse de todo lo que pueden, entenderían verdaderamente lo que es la ambición del corazón.
El caballero permaneció en silencio, reflexionando sobre las palabras de Merlín. Estudió el manzano que florecía ante sus ojos. Observó a Ardilla, a Rebeca y a Merlín. Ni el árbol ni los animales tenían ambición, y la ambición de Merlín provenía sin duda de su corazón. Todos permanecían sanos y felices; eran hermosos especímenes de la vida.
Después pensó en sí mismo: escuálido y con una barba que empezaba a tener mal aspecto. Estaba malnutrido, nervioso, y exhausto por tener que arrastrar su pesada armadura. Había adquirido todo esto por su ambición mental, y ahora comprendía que todo eso debía cambiar. La idea le inspiraba temor, pero luego pensó que ya lo había perdido todo, así que ¿qué más podía perder?
- A partir de este momento, mis ambiciones vendrán del corazón - prometió el caballero.
Mientras pronunciaba estas palabras, el castillo y Merlín desaparecieron, y el caballero se encontró otra vez en el Sendero de la Verdad, con Rebeca y Ardilla. Junto al sendero se extendía un cabrilleante arroyo. Sediento, se arrodilló para beber de su agua y notó con sorpresa que la armadura que cubría sus brazos y piernas se había oxidado y caído. Su barba había crecido. Era evidente que el Castillo del Conocimiento, al igual que el Castillo del Silencio, había jugado con el tiempo.
El caballero reflexionó sobre este extraño fenómeno y no tardó en darse cuenta de que Merlín estaba en lo cierto. Decidió que era verdad, que el tiempo transcurría con rapidez cuando uno se escuchaba a sí mismo. Recordó cuántas veces el tiempo se había hecho eterno mientras él esperaba que otras personas lo llenaran.
Ahora que todo lo que quedaba de su armadura era el peto, el caballero se sintió más ligero y más joven de lo que se había sentido en años. También descubrió que no se había sentido tan bien consigo mismo desde hacía mucho tiempo. Con el paso firme de un muchacho, partió hacia el Castillo de la Voluntad y la Osadía con Rebeca volando sobre su cabeza y Ardilla corriendo a sus pies.
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Fisher, Robert, El Caballero de la Armadura Oxidada (12ª edición), 2002, Obelisco: Barcelona, ISBN 9788477209676

sábado, 2 de mayo de 2009

La universidad, el mercado y Bolonia

La universidad, el mercado y Bolonia

Isidoro Moreno
Le Monde Diplomatique

Sin duda, la Universidad necesita una importante reforma, dado su anquilosamiento burocrático, sus vicios internos y su pérdida de peso en la sociedad. Lo que ocurre es que la reestructuración emprendida basada en la Declaración de Bolonia ha ido en la dirección contraria. La Universidad debe seguir siendo un lugar de producción, transmisión, difusión y crítica del conocimiento, y no una mera fábrica de titulados con los perfiles que interesen al mercado. Es de esto, y también del nulo debate sobre el tema en las propias universidades, de lo que protestan muchos estudiantes y no pocos profesores.

En la histórica ciudad italiana de Bolonia, en 1999, los ministros de Educación de 29 países europeos firmaron una declaración en la que se comprometían a establecer un Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) con el objetivo de hacer más competitivas nuestras universidades. A tal fin, se marcaron varios objetivos para antes de 2010: adopción de un sistema comparable de títulos para "favorecer la empleabilidad de los ciudadanos europeos"; un sistema de enseñanza basado en dos ciclos, el primero de los cuales ya daría acceso al mercado laboral; promoción de la movilidad de los estudiantes, mediante un sistema unificado de créditos (el ECTS o Sistema Europeo de Transferencia de Créditos); colaboración en la garantía de calidad con vistas al diseño de criterios y metodologías comparables; y promoción de las dimensiones europeas en la enseñanza.

En principio, nada habría que objetar; la letra de Bolonia es asumible y bastaría, para conseguir dichos objetivos, con desburocratizar de forma razonable nuestras universidades. Pero ya en la propia Declaración existen aspectos no concretados que posibilitaban lo que habrían de ser las músicas que los Gobiernos irían imponiendo en el establecimiento de los dos ciclos y en el diseño de las "metodologías comparables" y los "criterios de calidad". Imposiciones que significan una profunda reestructuración del sistema universitario y que han sido presentadas como si respondieran a la letra de la citada Declaración. Lo que es falso.

Conviene recordar que, en el caso español, el tiempo inmediato a los acuerdos de Bolonia estuvo ocupado por la confrontación en torno a la LOU (Ley Orgánica de Universidades) que impuso el Partido Popular (PP) a pesar de la oposición de la mayoría de los estudiantes, profesores e incluso de buena parte de los rectores, y también del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), aunque luego éste, cuando llegó al Gobierno, no la anulara como había prometido.

Con la "batalla de la LOU " en primer plano, Bolonia apenas tuvo repercusión hasta que empezó a concretarse en documentos gubernamentales. Estos aparecieron en 2003, en la época de la ministra Pilar del Castillo (PP), y fueron lanzados como globos sonda para captar el grado de aceptación/resistencia a sus contenidos: una práctica recurrente en la política española que, para establecer diagnósticos, sustituye al debate social.

OBJETIVO PRINCIPAL: LA SUMISION

En un Documento-Marco, tras la consabida jaculatoria de que la formación del EEES constituye "un reto muy positivo para todos", se mezclaban los objetivos de Bolonia con los objetivos y desarrollo de la LOU. En la exposición de motivos de ésta se incluía ya la necesidad de una nueva ordenación de la actividad universitaria; y, consecuentemente con ello, el Documento afirma que "se hace necesaria una nueva concepción de la formación académica": una necesidad que en modo alguno estaba contenida en la letra de los acuerdos de Bolonia.

¿Cuál es esta nueva concepción de la formación académica, que ha sido el eje de la política de reestructuración universitaria que se está realizando y que se nos presenta como el desarrollo natural del "proceso de Bolonia"?

En un artículo publicado en Diario de Sevilla, en octubre de 2003 (1), indicaba yo que estábamos ante la que sería "la más importante reforma de nuestras universidades desde la segunda mitad del siglo XIX: ponerlas al servicio directo del mercado, eliminando o reservando a selectas minorías su dimension reflexiva y crítica".

Añadía que la implantación de los grados, con reducción de los estudios necesarios para el ejercicio profesional, "provocará un empobrecimiento de la formación y un énfasis en los aspectos instrumentales y practicistas -algo muy distinto a la necesaria combinación entre teoría reflexiva, métodos y técnicas para conducir adecuadamente la práctica profesional-, con lo que los estudios de grado serán una especie de FP-3; eso sí, con títulos más pomposos... Cuanto responda a las necesidades del mercado va a tener sitio, mientras desaparecerá, o quedará como adorno de lujo, aquello que no tenga una directa ubicación en aquél".

A pesar de lo que se nos venía encima, la mayoría tanto de profesores como de estudiantes continuaron sin apenas reacción y, sobre todo, sin exigir un debate dentro de la comunidad universitaria sobre la situación de ésta y la dirección que, sin consulta alguna, estaban imponiendo los políticos primero del PP y luego del PSOE -que en este, como en otros temas, se muestran como franquicias diferentes de una misma empresa ideológico-política.

El énfasis en los dos ciclos -el grado y los ahora llamados master- refleja el objetivo de sumisión de la estructura y funcionamiento de la Universidad a las demandas del mercado. La enseñanza universitaria queda fracturada; y la dualización de ciclos responde a la nueva dualización de los mercados de trabajo: el grado -más corto que las actuales licenciaturas- tiene como objetivo producir el tipo de profesional que interesa hoy a las empresas: con conocimientos muy generales, sobre todo instrumentales, y con habilidades y actitudes qu encajen en la flexibilización, polivalencia y cornpetitividad de los empleos.

No interesan profesionales con capacidad crítica sino que se adapten con facilidad a las necesidades de las empresas. No se precisa -en contra de lo que suele afirmarse- un buen nivel de cualificación sino unos conocimientos mínimos y lo más polivalentes posible, junto a un máximo de pensamiento domesticado. De aquí los problemas que han tenido, o continúan teniendo, para su conversión en grados las actuales licenciaturas de baja aplicabilidad directa (Historia del Arte, algunas Filologías) o con un núcleo de reflexión crítica (Antropología).

De aquí, también, la insistencia en el cambio de la metodología docente, consistente en enfatizar no la calidad y los contenidos de la enseñanza (con la consiguiente necesidad de que existan maestros) sino las técnicas de aprendizaje. Como se establece en la normativa que ha ido produciéndose en los últimos años, "las titulacione deberán diseñarse en función de los perfiles profesionales". Y estos perfiles, serán determinados por "el mercado", es decir por las grandes corporaciones empresariales. Todo ello, con el fin de "incrementar la empleabilidad de los titulados", como se dice en el real decreto 1393/2007.

Por otra parte, para obtener los profesionales de más alta cualificación que también seguirá demandando el mercado, aunque en proporciones cada vez más pequeñas, se establecen los master. Estos irán destinados a "orientar hacia una mayor profundización intelectual, hacia la investigación o la formación profesional avanzada". Habrá, sin duda, master públicos, sin una subida desmesurada de tasas respecto al actual tercer ciclo, pero los que serán realmente valiosos -en el doble sentido de más caros y de vía para acceder a empleos de más elevado rango- serán los patrocinados, y subvencionados, por grandes empresas. Master "para ricos" que se ofrecerán sólo en determinadas universidades y para cuyo contenido será aún más determinante que para los grados la opinión -los intereses- de las instituciones patrocinadoras.

Afirmar esto no equivale a imaginar fantasmas. Lo prueban numerosos hechos y declaraciones de responsable políticos y académicos. Así, la presidenta del Consejo Social de la Universidad de Sevilla -una ingeniera con experiencia previa en varias empresas multinacionales- declaró en 2006, que "se procedería a adoptar medidas para adaptar la oferta académica al tejido productivo y a las demandas de la sociedad" (2). Más recientemente, la presidenta del Consejo de Rectores de las Universidades Andaluzas, Adelaida de la Calle , al presentar junto con el presidente de la Confederación de

Empresarios de Andalucía el "foro de debate permanente" creado por ambas organizaciones, no dudó en afirmar que "los planes de estudio los diseñan las universidades, pero esto debe hacerse atendiendo las peticiones del sector empresarial" (3).

Más clara aún fue Montserrat Casas, rectora de la Universidad de las Islas Baleares: "La universidad, lo que tiene que hacer es dar la estructura mental adecuada para que la persona se pueda adaptar a diferentes tipos de trabajo que le pueda ofrecer la sociedad... No tiene sentido mantener la enseñanza de una materia cuando la sociedad necesita otro ámbito" (4). Es evidente que, en estos y otros muchos casos, cuando se habla de "la sociedad" hay que leer el Mercado. También Justo Nieto, cuando en agosto de 2004 fue nombrado conseller valenciano de Empresa, Universidad y Ciencia, previamente rector de la Politécnica de Valencia, fue muy transparente en la explicación del motivo de creación de su Conselleria (5), que tiene equivalentes en Andalucía, otras Comunidades Autónomas y en el propio Ministerio (6): se trata de que " la Universidad , la Empresa y la Ciencia sean un solo elemento, cada uno de ellos impregnado de la filosofía del resto" (7). Y podríamos añadir una serie de ejemplos.

Si de los nuevos planes de estudio y las "nuevas metodologías" pasáramos a la investigación, comprobaríamos que la lógica que la preside, cada día con más fuerza, es la misma: la "eficiencia", medida en términos de aplicabilidad inmediata por las empresas.

Sin embargo, se insiste en descalificar a quienes se oponen al contenido real del proceso de Bolonia; y se afirma que es una falsedad que la Universidad esté siendo privatizada. Conviene, a este respecto, aclarar un malentendido que está lejos de ser inocente. Si por privatizar se entiende únicamente cambiar la titularidad de las universidades, es claro que, al menos por ahora, la mayoría seguirán siendo públicas, porque hacerse cargo de ellas no es rentable a las grandes corporaciones financieras y empresariales. A éstas no les interesa asumir la titularidad de las instituciones universitarias sino que estas respondan, en la enseñanza, en la investigación y en su funcionamiento general, a sus intereses privados y no a los intereses colectivos.

Les interesa que las universidades produzcan mentes acríticas, de pensamiento cero o cuando más de pensamiento único, en lugar de buenos profesionales críticos respecto a los saberes y los poderes establecidos.

Que, en lugar de una comunidad de profesores-investigadores que hagan avanzar el conocimiento y lo transmitan a los estudiantes y al conjunto de la sociedad, las universidades funcionen como academias de formación técnico-laboral para clientes sólo preocupados por conseguir cualquier empleo, y como laboratorios para investigaciones inmediatamente aplicables por las empresas.

Nada de esto debería sorprendernos. Durante siglos, el avance del conocimiento en las universidades fue resultado de la lucha por la libertad de pensamiento, primero contra el control inquisitorial de quienes ponían barreras a ésta en nombre de la verdad religiosa; y luego contra el poder político, que también veía como un peligro para el orden sociopolítico la libertad de cátedra y el espíritu rebelde de los estudiantes.

Ahora, el dogma del Libre Mercado y los guardianes de su ortodoxia intentan imponer su lógica en las universidades en nombre de los principios sacralizados de la competitividad, la productividad y la eficiencia, definidas en términos exclusivos de rentabilidad económica. Un intento que cuenta con la colaboración activa de aquellos académicos que han abrazado la nueva Fe transmitida desde el poder, y con la colaboración pasiva de los que piensan que pueden salir beneficiados personalmente o continúan confundidos en cuanto a la verdadera naturaleza del choque entre lógicas incompatibles al que estamos asistiendo.

A estos últimos, es necesario mostrar cuál es el eje real del proceso que llaman "de Bolonia", por más que desde el Gobierno, el conjunto de los partidos políticos y muchas instancias académicas se siga insistiendo retóricamente en las bondades del mismo, en base a focalizar sólo algunos de sus efectos secundarios. La lógica profunda "de Bolonia" es que, a una Economía de Mercado y una Sociedad de Mercado les corresponde una Universidad plenamente mercantilizada.

Isidoro Moreno. Catedrático de Antropología Social, Universidad de Sevilla Le Monde Diplomatique, nº 159, Enero 2009

Notas:

(1) Diario de Sevilla, 6 de octubre de 2003 (2) Diario de Sevilla, 15 de febrero de 2006 (3) El Pais, Andalucia, 8 de abril de 2008 (4) Diario de Mallorca, 8 de abril de 2008 (5) En junio de 2007 hubo reestructuración y las competencias de Universidad volvieron a Educación.
(6) En Andalucía - que funciona como laboratorio político del PSOE - hace ya varios años que fue creada la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa para "transformar la orientación de la Universidad " y hacer que la investigación que se realiza en ella sea "más eficiente", según declaraciones del consejero Francisco Vallejo (El País, 8 de mayo de 2004). Algo similar ha sucedido en otras Comunidades Autónomas.
(7) El Mundo, Madrid, 1 de noviembre de 2006.

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http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2008/2008prim/educaion091/educacion-06022009.asp

miércoles, 29 de abril de 2009

Las enseñanzas del Caballero de la Armadura Oxidada capítulo 4

Cuarta prueba: El Castillo del Silencio

Manifestación de la armadura psicosomática del Caballero
El Caballero entra solo en el castillo donde todo es silencio. Cierra la puerta y se embosca en su castillo interior para conocer aquello que turba su propio silencio
Le tiemblan las rodillas produciendo un ruido metálico por causa de la armadura lo cual significa que el Caballero inunda con ruidos mentales su castillo del silencio.
Se encuentra con tres alfombras y tres habitaciones, que reflejan la idea del tres: el uno es el silencio, y el dos y el tres son la polaridad cháchara mental-soledad que el Caballero habrá de trascender para rescatar el silencio.

Si vive el silencio, comprenderá y podrá ver.
El Caballero tendrá que confrontarse con el dragón de su cháchara mental que tiene secuestrado al silencio. Para ello tendrá que vivir la soledad y el silencio un tiempo suficiente. Recordará cuando su esposa
Julieta no le hablaba durante días, pero jamás se había sentido tan solo con el silencio que nota en ese castillo.
El Caballero se encuentra con el alma intranquila en el interior del castillo. Le sorprende la voz del rey diciéndole que no podrá ver dentro de él hasta que desvele el secreto que oculta cada habitación de ese castillo y descubra en su propio interior los ruidos mentales que ahogaron el silencio.

Se pone barreras para protegerse de quien cree que es.
El rey regresa al Sendero de la Verdad para conocer más de sí mismo.
Sabe que la mayoría de la gente está atrapada en su armadura y pone defensas para protegerse de quienes creen que son. Cada día crean nuevas corazas hasta que llega un momento en que no pueden quitárselas y ser ellos mismos. El Caballero pone su armadura entre el Yo verdadero y el falso yo.

El silencio es algo más que no hablar
Si el Caballero permanece en solitario y en silencio, podrá ver las puertas del castillo que le conducen a otras salas, es decir, podrá reconocer los problemas pico-emocionales y encontrar la salida a una vida más auténtica.
El silencio se vuelve conocimiento cuando aparece el silencio interior en donde no hay visualización de colores o imágenes, la mente se encuentra suspendida, mientras que la totalidad de nuestro ser percibe la realidad. El silencio aniquila al falso yo, apareciendo en su lugar un conocimiento silencioso.

Se pone máscaras ante los demás
El Caballero había dado una imagen engañosa de sí mismo a los demás y les confundía tratando de demostrar que era el caballero más brillante del reino. Para reconocer cuáles son sus máscaras, el Caballero transitará por la humildad, la soledad y el silencio.

Derrotar la el diálogo interno y conocer el silencio, requiere más coraje que todas las batallas libradas en su vida como caballero.
El Caballero tendrá que enfrentarse a un nuevo tipo de Cruzada: luchará contra las Fuerzas del Mal que habitan dentro del él, simbolizadas en el dragón. El Caballero necesitará la valentía del guerrero para someter a su dragón. Si persevera en mantenerse en la soledad y en la escucha del silencio, conseguirá la victoria sobre el dragón de la cháchara mental.

Admite que tiene miedo de estar solo en el castillo
Lo único que escucha es el ruido de su armadura y eso le deprime más porque nunca había prestado atención a sus ruidos mentales.
Intenta hacer más ruido para ocultar el silencio y repite una canción, pero ésta le produce el efecto contrario, le lleva a la quietud mental y lo arrastra al silencio más absoluto, donde admite que tenía miedo de estar solo. Es entonces cuando logra una visión clara de la realidad, simbolizada en el avistamiento de la puerta y entra en otra habitación más pequeña que las anteriores porque al conquistar un conocimiento más profundo de sí mismo, reduce el espacio de lo desconocido.

Formación del carácter en la infancia
Hablando consigo mismo retrocede a su infancia y recuerda lo diferente que era de los otros niños, pues mientras los demás cazaban codornices y jugaban, el se recluía en casa para leer. Recuerda que siempre sintió miedo de estar solo y que nunca disfrutó del presente.

La profesión de caballero fue la causa del dolor y la soledad que sufrió Julieta
Sintiendo la soledad de su castillo interior, el Caballero se pone en el lugar de Julieta, dándose cuenta del dolor que le ha causado y lo sola que debió de sentirse con un hombre envuelto en una coraza insensible a los sentimientos. Siente el dolor y la soledad propios, añadidos a los que debió de provocar a Julieta, y entra en una catarsis que le sume en un profundo llanto y hace que aflore una gran ternura, que le conducen a un estado de claridad mental y alivio, simbolizado en la puerta que se abre.

Está lo suficientemente silencioso para que el Yo verdadero se desvele
Al hacerse el silencio en el Caballero, el Yo verdadero emerge y demuestra la falsedad del otro yo. El Yo verdadero está sometido al corazón y el falso yo corresponde a un estado salvaje y descontrolado.

Merlín le confirma que el Yo verdadero es más real que el falso yo
Cuando la mente alcanza el silencio la percepción del mundo es más real, por eso el mundo ilusorio del falso yo desaparece, emergiendo el Yo verdadero. El Yo verdadero está más próximo a la luz de la Fuente, mientras que el falso yo se halla más cerca de la oscuridad. Merlín le confirma que el Yo verdadero es más real que el falso yo

Se sumerge en un profundo sueño y al despertar se da cuenta que el yelmo ha desaparecido
El Caballero entra en un profundo sueño por el efecto de la catarsis que libera energías bloqueadas del, apareciendo el alivio. Se despierta y se da cuenta que está de nuevo en el Sendero de la Verdad. Las llaves que le abrieron las puertas de su castillo interior del silencio fueron la reflexión y la comprensión. Se da cuenta que el yelmo ha desaparecido. Aunque creía haber pasado sólo una noche en el castillo, en realidad estuvo allí mucho tiempo. Esa noche simboliza aquí la noche oscura del alma en la que el Caballero se purga de los conflictos que tenía con Julieta, con el silencio y con la cháchara mental.

Estamos creados del mismo hálito de la Fuente. Siempre estamos viajando hacia Su encuentro
Merlín le dice al Caballero que somos parte el uno del otro. Esto significa, en el nivel de lo engendrado, que la Creación está hecha del mismo hálito creador de la Fuente. El Caballero contiene dentro de sí a todo el Universo, por lo tanto, Julieta y él son parte el uno del otro.
El camino que conduce a la Fuente se llama Sendero de la Verdad, Nunca dejamos de viajar por él.

La locura lo cura
El Caballero ha rozado los límites de la locura en los estados de catarsis, al escuchar por primera vez al Yo verdadero que le confunde, pero Merlín le tranquiliza asegurándole que no se está volviendo loco.
Lo que importa al Caballero es la búsqueda de sí, la locura es para él auto curación. La locura lo cura y le da sanura.

7 claves para meditar
1. ¿Cómo se manifiesta tu cháchara mental?
2. ¿Cómo vives la soledad y el silencio?
3. ¿Conoces que el viaje hacia la Fuente nunca acaba?
4. ¿Tienes suficiente coraje para aquietar tu mente?
5. ¿Disfrutas el aquí y el ahora?
6. ¿Cómo vives la locura-sanura?
7. ¿Qué vivencias tienes de tu Yo verdadero?
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Velasco Montes C., Enseñanzas Del Caballero de la Armadura Oxidada, 2003, Obelisco, Barcelona, ISBN: 9788477208594.