sábado, 11 de abril de 2009

Otro mundo ¿es posible?

Hoy es Sábado Santo, hoy es la resurrección del Mesías, pero ¿de verdad resucitará? ¿Será esta vez la definitiva? Hace unos dos mil años Jesús de Nazaret vino al mundo a predicar un mensaje, el cual se basa en un precepto principal, el amor. Ese es el valor principal que nos entrega ese hombre, y los que nos decimos seguidores suyos alcanzamos la nada despreciable cifra de 2000 millones de seguidores, contando que la población mundial es de 6.671.679.034 según la ONU, podríamos decir que casi un tercio de la población mundial es seguidora de las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Si esto es así entonces porque en el aún 923 millones de personas viven en extrema pobreza (con menos de un dólar al día), y la pregunta es ¿dónde estamos los cristianos? Ya sé lo que muchos estáis pensando, que esto quizás es demagogia barata, pero creo que si seguís leyendo veréis que mi intención no es hablar de las tan famosas riquezas de la Iglesia (aunque hay que admitir que haberlas las hay), ni de lo que hacen los misioneros por el mundo (que esta es la parte que nunca saldrá por la televisión). No, lo que quiero es hacer una simple reflexión, si se supone que un tercio del mundo es cristiano, que casualmente la población cristiana está en el lado occidental que es donde se acumulan la mayor parte de las riquezas, y contando que somos un tercio de la población, ¿cómo es que aun existe el hambre en el mundo? Si nosotros seguimos a un hombre que nos puso el mandamiento de amar al prójimo como a ti mismo, si nos dijo que amaramos a todos, que todos somos hermanos, como nosotros cristianos dejamos que el mundo agonice, como dejamos que se mueran de hambre nuestros hermanos, como permitimos que el mundo se mantenga sobre las gravísimas dificultades que pasa una gran parte del planeta mientras nosotros, los verdaderos herederos del mundo, nos tumbamos cada día sin hacer nada por cambiarlo. Hace dos mil años Jesús de Nazaret murió en la cruz pidiendo que nos amaramos los unos a los otros, nosotros lo hemos representado como si de un mito se tratara, le hemos dado mucha más importancia a lo que sucedió en torno a su figura, a venerarle tras las paredes de las iglesias, a orarle desde lo calentito de nuestras habitaciones, que se nos ha olvidado el verdadero mensaje que nos envió. Así que hoy más que nunca, quiero hacer una oración que me apetece compartir con todo aquel que lea esto:

Padre de todos los hombres
que estás aquí a nuestro lado todos los días
que todos los hombres sepan de tu nombre
te pido que me ayudes a transmitir con mi vida tu mensaje
pero que sea a tu manera y no a la mía
no me des más de lo que sea necesario para vivir
y perdóname por todos aquellos que no se todavía amar
porque yo no daré importancia a quien no me ame
no dejes que me olvide nunca de mi misión
Y no permitas que me aleje de ti
Amen

Objetivos para el milenio [en línea] España: Fundación Iberoamericana para el Desarrollo – FIDE. 2007. http://www.juventudymilenio.org/objetivos/uno/detalle.html. Página Consultada el 11 de abril de 2009.

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